El cuerpo humano debe abastecerse de agua de forma regular para asegurar el correcto funcionamiento de las actividades metabólicas y para la termorregulación contra las pérdidas que ocurren a través de la excreción, el sudor, la transpiración y la exhalación. Es el agua contenida en las bebidas y en los alimentos la que nuestro cuerpo absorbe.
Contrariamente al pensamiento de que beber mucha agua es malo para la salud, hidratarse durante las comidas, de forma natural y sin exagerar, no dificulta la digestión, pero mejora la secreción gástrica y reduce la sensación de pesadez. Así que beber alrededor de 50-70 cl de agua (2-3 vasos) a temperatura ambiente durante las comidas es un buen hábito que ayuda a hidratar y digerir.
Las necesidades hídricas en la edad adulta
El cuerpo de un sujeto adulto, en condiciones normales de salud y que realiza una actividad física liviana, requiere un promedio de 2.5 litros de agua por día, una cantidad que debe corresponder a la que se elimina diariamente para un correcto balance hídrico. En realidad, éste es solo un valor indicativo porque las necesidades hídricas de un individuo están fuertemente influenciadas por la edad, la actividad física, la temperatura ambiente y el tipo de alimentación. La ingesta de agua proviene en gran medida a las bebidas, con una importante contribución proveniente de los alimentos. Además, una cantidad significativa es producida por nuestro cuerpo gracias a la metabolización de los nutrientes que, después de la oxidación completa, conduce a la formación de dióxido de carbono y agua.
El balance hídrico diario
Las cantidades indicativas de agua que intervienen en el balance hídrico diario de un sujeto adulto y los porcentajes relativos de las diversas contribuciones, valores que pueden variar considerablemente según la actividad física o las condiciones ambientales. En casos de sudoración intensa, la cantidad de agua a través de las bebidas debe aumentar proporcionalmente para garantizar que la cantidad total de agua en el cuerpo permanezca casi constante y evite la deshidratación. Por el contrario, un exceso de líquidos se elimina rápidamente a través de la orina, una de las vías por las que nuestro cuerpo pierde agua.
El agua exógena
Todas las bebidas son esencialmente constituidas de agua, tomamos agua cuando desayunamos con leche, café o té, cuando tomamos una cerveza, un zumo de fruta, bebidas e incluso un aperitivo. El agua es la bebida que más poder hidratante tiene y es la única bebida que no agrega calorías u otras sustancias, a diferencia de las bebidas (fuentes de azúcares, conservantes y colorantes), leche (grasa) y vino (alcohol), que en todos los aspectos son similares a los alimentos. Un porcentaje considerable del agua que consumimos diariamente también proviene de los alimentos. Todos los días consumimos frutas y verduras, alimentos ricos en agua (> 80%), pero también huevos, carne y pescado (60-80%), quesos (20-65%) y pan (30-40%). Otra parte del agua se toma a través de alimentos cocinados que, durante esta operación, absorben agua, aumentando considerablemente su peso, como la pasta y el arroz que lo duplican.El agua endógena
Además de la exógena, que es el agua que viene del exterior de nuestro cuerpo, es decir la que se toma con los alimentos, hay otra fuente que proviene directamente del cuerpo y que es el agua endógena o metabólica, que se produce durante la digestión de nutrientes contenidos en los alimentos. Por ejemplo, 1g de carbohidratos genera 0,6g de agua, 1g de proteína produce 0,4g de agua, mientras que los lípidos producen 1,07g de agua por cada go de ácido graso oxidado.
Las necesidades hídricas varían en función de las diferentes necesidades fisiológicas de cada individuo y dependen de factores ambientales, la edad, el sexo, el estado de salud y el estilo de vida. Por lo tanto, no es correcto establecer a priori la cantidad de agua que se debe beber sin evaluar la influencia de estos parámetros importantes. Además, se debe tomar en cuenta la contribución fundamental de los alimentos y bebidas. En cualquier caso, beber mucha agua es un buen hábito y es parte de un estilo de vida saludable. Pero solo se debe beber mucho y beber de buena gana si el agua es buena. Y una de las maneras para saber la calidad de esta es realizando un análisis del agua. Ya sea sin gas o con gas, el agua debe ser agradable al paladar, sin olores ni sabores, tales como aquellos del agua refinada, producida por los sistemas para el tratamiento del agua de red, o como aquella suministrada por los pequeños dispensadores de agua